Sucedió hace unos años, muy de
mañana, durante una de esas farragosas gestiones que te recuerdan que tu rutina
diaria no es tan mala; que puede empeorar con las colas y los trámites
burocráticos. Me encontraba yo en séptimo u octavo lugar de una fila esperando
a que abriera la oficina de los DNI’s. En poco más de dos minutos ya tenía
otras ocho o diez personas detrás, y allí, en uno de los últimos lugares donde
te gustaría estar, dormitando en silencio, muy probablemente sin peinar y con
un simple café en el estómago, vino a mi mente una melodía: “Chero tré, chero
tré, cuatro chincue chei… Na-na-narana-na-na-ná…”.
Es lo que tiene la mente, que no
tiene puertas, y la encargada de vigilar el acceso, la consciencia, a veces se
relaja. Y es lo que tienen también las melodías pegadizas, que basta que las
hayas oído de pasada y sin darte cuenta para que se agarren a la masa gris y la
asalten cuando menos te lo esperas. De pronto la consciencia retornó a la cola
de los DNI’s, la música se detuvo y recuperé el (triste) sentido de la realidad:
miré alrededor y vi caras de sueño, de aburrimiento, de desesperación. Entonces
me imaginé que alguien tuviera el poder de escuchar los pensamientos de la
gente, como en el inicio de aquel capítulo de Friends, y fui haciendo un
barrido mental por la fila. Me imaginé voces diversas verbalizando pensamientos
que casaran con sus rostros, del tipo “Dios qué sueño tengo”, “No sé si he
apagado el calentador cuando he salido de casa”, “cuando acabe con esta mierda
tengo que pasar por el Mercadona”… Y al llegar a mi cabeza, sonaría con fuerza la
voz de la Carrá y su “Chero tré, chero tré, cuatro chincuechéi… Na-na-narana-na-na-ná…”.
Empecé a descojonarme yo solo, y de ese modo saqué de su ensimismamiento a
varios compañeros de viaje. ¿Cómo se descojona este tío a las 8 de la mañana en
la fila para renovar el DNI?
Me gusta la música y creo que si
hubiera empleado tiempo e interés, quizá hubiera aprendido a tocar algún instrumento
(algo sencillico, nada de violines ni pianos). Siempre tengo una canción en la
cabeza, siempre voy silbando o cantando algo (debo ser bastante molesto, lo
sé), y siempre abro el oído ante la música de las cosas, y ante las melodías
que me recuerdan a otras melodías, y ante las situaciones que me evocan ciertas
melodías. Pondré algunos ejemplos de todo ello, en plan popurrí:
-Hace tiempo tuve una impresora
que cuando se preparaba para imprimir, emitía un sonido que era clavado a
aquella otra canción de Rafaella Carrá (de nuevo la Carrá, qué grande), la de
“Para hacer bien el amor hay que venir al Sur”. De hecho, el sonido de
pre-impresión era justo el de las notas de esa frase, una por una, y al llegar
“al Sur” se ponía a imprimir. Y claro, cada vez que yo tenía que imprimir algo,
ya se me quedaba la canción en la mente todo el día.
-Hace tres años, estando en
París, cogimos el RER para ir a Eurodisney. Y resulta que las puertas de ese
metro-tren, al cerrarse, emiten un aviso sonoro con cuatro notas de la canción “Tu
m’as promis” (creo que la canción se llama realmente “Tu es foutu”). Es una
canción francesa, así que cuadra en un metro parisino, y el pitido tiene la
misma sonoridad del organillo o acordeón con el que suena en el “Tu m’as promis”:
en concreto son esas cuatro notas que se oyen justo antes del estribillo, en
tono descendente. Y claro, cada vez que se cerraban las puertas del RER, allá
que me ponía yo a cantar el estribillo ante la mirada incrédula de mi mujer,
mis hijas y algún francés próximo.
-Aunque por las mañanas se me va
pronto el “Staying alive”, porque tengo otra canción para despertar al resto de
la familia: “Morning’s here, the morning’s here, sunshine is here, the sky is
clear…” (Procede de un capítulo de Friends).
-No sé si recordáis la musiquilla
que sonaba hace años cuando apagabas Windows, esas cuatro notas… Defiendo la
idea de que se trata de un plagio, casual o no, de un fragmento de “Under
pressure”, la famosa canción de Queen y David Bowie. Se trata de ese tonillo
que suena con piano justo antes de los chasquidos de dedos, al final del tema
musical. Y claro, cada vez que apagaba Windows y me había dejado el altavoz con
volumen, oía la cancioncica y me ponía a cantar “Under pressure… Under presure…” Ná-na-na-ná… Enorme
canción.
-Al poco tiempo de que el cantante
argentino Coti popularizara en España su “Nada fue un error”, me di cuenta de
que cada vez que la escuchaba, en un determinado punto, me venía a la mente la
sintonía de los dibujos de David el Gnomo. Y sí, yo creo que hay una parte que
se parece bastante y que ejerce de conexión entre esas dos canciones. El Gnomo
que era buena gente pero un poco flipado (decía que es siete veces más fuerte
que tú, y no te conoce de nada), resulta que tampoco cometía errores.
-Trabajé en el Museo Arqueológico
durante unos años. Cuando hacía rondas por las salas para vigilar, cada vez que
pasaba por la recreación de una cueva con pinturas rupestres, en un momento
concreto del tétrico sonido ambiental que amenizaba dicha sala, me venía a la
mente la canción de Rod Steward “Do you think I’m sexy”. Esto parece cogido con
pinzas, lo sé, pero es que el sonido pisaba el mismo camino que la musiquilla
que se repite en la canción, y que casi hace de estribillo instrumental. Y
claro, cada vez que salía de esa sala, lo hacía tarareando a Steward.
-Cada vez que acabo la jornada
laboral y conecto la alarma de mi trabajo, mientras comienzan a sonar esos
pitidos estresantes que te avisan de que tienes que perder el culo ya mismo
antes de que la alarma explote, Rafaella Carrá vuelva a asaltarme la mente con
su “Explota explota m’expló, explota explota mi corazón…”. No lo puedo evitar.
La canto a pulmón vivo.
-En situaciones positivamente
emotivas y sentimentales, como dar un regalo a alguien por su cumple, o darle
un abrazo o dos besos, o dar las gracias por algo, me viene a la mente y a la
boca la parte central de la sintonía de “Love Story”:
-En momentos solemnes, me viene a
la mente y a la boca la canción de “Pompa y circunstancia”:
-En momentos de suspense o de
enfrentamiento, me viene a la mente una canción que creo que no está escrita y
por eso no puedo compartir, pero que podría asemejarse a la de Tiburón mezclada
con Drácula. Y si me apetece, la versiono en plan oriental, lo que yo llamo “terror
japonés”.
-Cuando tenemos que salir de casa
todos a la vez, mi mujer, mis hijas y yo, y hay que cargar bolsas, y trastos, y
juguetes, y poner abrigos y zapatos y demás, me viene a la mente y a la boca la
famosa canción del circo, esa de los malabaristas. Y la canto. Creo que es un
tema clásico pero no recuerdo el nombre ni el autor. Imagino que lo sabréis.
-Hay otras canciones que me asaltan de vez en cuando... Por ejemplo, a veces, a la hora de comer, me viene el "Cocinero, cocinero, enciende bien la candeeeelaaa...", creo que es de Manolo Escobar. También suelo tararear "Bailemos el bimbó" de Georgie Dann, canción con connotaciones homosexuales, creo, aunque no sé la razón... Me parece que es porque sale en una película, no recuerdo cuál, en un momento en el que se ve un bar de ambiente gay y están allí todos bailando. Luego, también suelo silbar una versión muy personal del himno de España, recreado con el ritmo y tempo de la canción de Barrio Sésamo, en plan pachanguero y lúdico-festivo. Me encanta mi versión del himno, creo que de grabarse con instrumentos y tal, uniría mucho a la nación española y reflejaría con bastante fidelidad eso que llaman "Marca España". Y a veces también silbo el himno de Riego o las canciones de los dibujos animados como Doraemon o Bob Esponja...
Ya veis qué musical puede ser la
vida… A veces, quizá demasiado, jejeje…