martes, 29 de mayo de 2012

"La pintura no soluciona los problemas pero crea belleza"

Entrevista al pintor Antonio "Nono" García


Que una persona pueda hacer lo que más le gusta y que además se gane la vida con ello, se podría considerar un privilegio, pero en el caso del pintor Antonio “Nono” García (Mula, 1972) la palabra privilegio no tiene el sentido de prebenda caída del cielo y obtenida sin esfuerzo. Y menos en los tiempos que corren. Antonio habla con naturalidad -y con cierta timidez- de su pasión, que es a la vez su trabajo, y también de su próxima exposición individual.


Pregunta. La semana que viene pone rumbo a Asturias.
Respuesta. Sí, inauguro el jueves 24 de mayo en la Galería Cervantes de Oviedo. Expuse allí en 2008 y ahora he ido aplazando la nueva exposición porque tenía otros proyectos.

P. Buena señal, con la que está cayendo. Y quizá más en el arte.
R. Con la crisis, ésto es como una criba en todas las profesiones y algunos se van quedando en el camino. A todos nos está costando mucho, y cuando hablo con otros pintores, coincidimos en que estamos trabajando y exponiendo el doble para ganar la mitad. Aquí la cosa está peor, pero tengo la suerte de trabajar con muchas galerías de fuera de Murcia.

P. ¿Cómo lleva conjugar su forma particular de expresar en la pintura, con el hecho de tener que vender cuadros para vivir?
R. Nunca he tenido ese dilema. Siempre he dicho que tengo la suerte de pintar lo que me gusta, y lo que pinto gusta al público en general. Evidentemente, no puedo gustar a todo el mundo, pero mis cuadros se venden bien y me permiten vivir de la pintura sin necesidad de forzar temas más comerciales.

P. ¿Cuándo comenzó a vivir sólo de la pintura?
R. Desde 2003. Antes trabajaba en El Corte Inglés vendiendo equipos de música. Lo dejé para dedicarme a pintar y me fue bien. Llevaba dos años conjugándolo con mi trabajo para una galería de arte, y por entonces la pintura ya me daba satisfacciones.

P. No fue un salto al vacío.
R. No, ya lo vendía casi todo en las exposiciones y había comprobado que funcionaba.

P. ¿Cómo reaccionó su familia? ¿Se llevaron un disgusto sus padres?
R. Yo ya estaba casado, y mi mujer siempre me ha apoyado mucho porque es joven y lo entiende más, pero decírselo a mis padres me imponía bastante. Para la gente mayor, eso de dejarte un trabajo fijo para dedicarte a la pintura.... Y me sorprendió. Cuando se lo conté a mis padres, me apoyaron igual que mi mujer.

P. ¿Cómo sintió la llamada de la pintura? Algunos artistas lo relacionan con el destino o con algún hecho traumático...
R. En mi caso, desde crío me recuerdo dibujando y participando en concursos en el colegio. Los críos son muy creativos, y algunos luego derivan hacia otras cosas como el deporte, pero yo seguí pintando hasta que me di cuenta de que la pintura me podía dar más satisfacciones; que podía ser más que un hobby y convertirse en mi oficio.

P. La pintura y usted se encontraron mutuamente.
R. Realmente yo me encontré con la pintura; cuando me vine a dar cuenta, ya me dedicaba a esto. No es que me propusiera que tenía que ser pintor a toda costa. Trabajaba en otras cosas pero la pintura siempre estaba ahí, en un segundo plano. No era mi sustento pero era lo que más disfrutaba.

P. Fue una cosa natural.
R. En mi vida todo ha sido así. Me he esforzado y nunca he dejado de pintar.

P. Usted es de Mula. El pintor Pedro Cano dice que en los sitios pequeños también se hacen grandes cosas.
R. En mi caso, es que además mis grandes referentes, Pedro Cano y Ramón Gaya, son de Murcia, y parece que eso está mal visto. La gente dice, “a mí me ha influenciado fulanito, que está en Nueva York”, y algunos te miran por encima del hombro porque digas que tus referencias son dos ‘murcianicos’. Yo estoy muy orgulloso de eso porque es la pintura que he mamado.

P. Tampoco hay que formarse muy lejos. Usted estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Murcia.
R. Sí, porque por entonces aquí no había facultad de Bellas Artes, y eso de irme a Granada o a Valencia me daba mucha pereza. En Artes y Oficios había un gran nivel y aprendí mucho; aprendí a dibujar, que es lo más importante, es la base de toda la pintura.

P. El tópico dice que para ser excepcional, además de dominar la técnica, el artista debe ser un personaje excéntrico.
R. Chiflados hay en todos los gremios. Es cierto que tenemos una sensibilidad distinta para percibir el mundo que nos rodea, pero eso no nos hace especiales ni más excéntricos que el resto.

P. Y se mire como se mire, no se puede decir que el mundo que nos rodea vaya bien.
R. Sí... Cuando veo la prensa, sufro mucho con las desigualdades que hay. Me hierve la sangre. En España estamos viendo cosas que hace años eran impensables. Es cierto que había mucho especulador, y ahora piensas, “se lo merecen”, pero hay otra mucha gente que no ha especulado ni ha vivido por encima de sus posibilidades, gente que ha trabajado mucho y lo está pasando mal, y le quitan la casa... Estoy desencantado de la política, no hay colores, ninguno soluciona nada.

P. ¿La pintura puede dar respuesta a todo eso?
R. Con la pintura te puedes evadir. Cuando pinto, estoy pensando en otra cosa; si pintara pensando en cómo está el mundo, me saldrían unos cuadros horribles. No creo que se puedan solucionar los problemas
con la pintura, pero se puede crear belleza. Así es como lo veo yo. Hay gente que hace una pintura provocativa... A mí me gusta crear algo que no existía, como un bodegón que en apariencia pasa inadvertido, y a partir de ahí crear algo bello. Ese es mi granito de arena, darle al mundo un envoltorio más bonito.

P. No suele pintar personas. ¿No le interesan?
R. He pintado alguna pero no es lo que más me interesa ahora mismo. Lo bueno de la pintura es que hoy digo esto, pero a lo mejor mañana me viene un flash y me tiro quince años pintando personas. También
me gustaría hacer más cuadernos de viaje, pero cuando viajo pienso más en el turismo gastronómico; me gusta mucho. Por ejemplo, la semana que viene me voy a Asturias y ahora sólo pienso en la fabada y en la sidra.

Perfil
Antonio “Nono” García es un artista reposado y humilde, como muchos de sus bodegones. En ellos, los vasos de cristal, los cacillos metálicos y los platos de cerámica, que no parecen darse mucha importancia, se
nos muestran bajo una luz suave que los envuelve y que diluye sus contornos. En las maneras del pintor se adivina la misma perplejidad que transmiten los objetos de sus cuadros al sentirse observados: “Me alucina que la gente me llame para hacerme entrevistas. ¿A quién puede interesarle lo que yo diga?”.


viernes, 18 de mayo de 2012

Equo Murcia busca un espacio en la sociedad

Nota: esta entrada es una práctica de Periodismo (como otras que he ido colgando). El género de este texto es el de la crónica política, y lo elaboré a partir de una reunión de la Mesa de Coordinación de Equo Región de Murcia a finales de abril.


No toda la actividad política se desarrolla en el seno de las instituciones ni en la sede de los grandes partidos. Hay formaciones sin representación municipal, autonómica ni estatal, que luchan por mantener viva su acción aunque sea de manera casi clandestina, y que afrontan un trabajo duro y doble: por un lado, hacerse visibles en la sociedad e influir en la toma de decisiones de los gobernantes, y por otro, no dejar de trabajar en su estructura y en su organización interna. Esa es la situación actual de Equo Región de Murcia, el partido ecologista fundado en octubre de 2011, cuya cara visible a nivel nacional es Juan José López de Uralde, ex presidente de Greenpeace España -todo el mundo lo recuerda por su irrupción en la Cumbre del Clima de Copenhage-, y que en nuestra región tuvo como cabeza de lista en las pasadas elecciones generales a Inmaculada Perán.

Bebidas ecológicas, papeles e ideas en la reunión de Equo Murcia


La Mesa de Coordinación de Equo reunió ayer por la tarde a once de sus miembros en un restaurante de la ciudad de Murcia. Entre los temas de la agenda se encontraban la  preparación de la asamblea regional del partido -que tendrá lugar el 2 de mayo-, la coordinación de sus grupos de trabajo -que se reúnen todas las semanas-, y la forma de aportar iniciativas a la Comisión de Desarrollo Socioeconómico que creó el Ayuntamiento de Murcia a inicios de legislatura, a propuesta del grupo municipal socialista. Y todo ello con un objetivo permanente de fondo: seguir creciendo.

Crecer por dentro y por fuera no es fácil para un partido nuevo. La estructura de Equo podría parecer un obstáculo, aunque el único impedimento que genera su horizontalidad -y que es asumido por los miembros del partido- es la mayor lentitud del proceso. Cuanto más horizontal sea Equo, más tardará en organizarse y en crecer, pero se supone que de ese modo sus cimientos y su estructura serán más sólidos. Uno de los lemas del “15-M” se podría aplicar perfectamente al modus operandi y vivendi de Equo: “vamos despacio porque vamos lejos”. Sin embargo, la mayor dificultad radica en el poco dinero que con el que cuentan, así como en la falta de representantes en las instituciones y en la búsqueda de un espacio propio, tanto físico como político. “Todo es más difícil sin dinero”, afirmó anoche Perán con resignación; desde la campaña electoral en las elecciones generales, hasta los desplazamientos -el próximo, a Madrid, le llevará al Primer Congreso Federal de Equo- es sufragado por los bolsillos de sus miembros y por el dinero obtenido de sus afiliados -en Murcia cuentan con unos 70 socios-. Al no tener dinero tampoco pueden tener una sede, de manera que su trabajo tiene lugar en bares y cafeterías. Tampoco ayuda la ausencia de Equo en las Cortes, circunstancia que se comprueba en sus reuniones: un partido político que contó con el respaldo de cerca de 300.000 votos en las elecciones generales del 20-N -de los que unos cuatro mil fueron murcianos- pero que no tiene representación parlamentaria, es como un superhéroe sin superpoderes; como superman sin su capa. Todo se complica porque las ideas no pueden llegar a materializarse, aunque sus miembros no se muestran deprimidos. Muy al contrario: la Mesa de Coordinación de Equo es como una reunión de vecinos, pero con ilusión y sin ganas de acabar cuanto antes y de refugiarse en el sofá de casa. Allí no se habla de derramas ni de la limpieza de la escalera sino de un gran proyecto ideológico, expresado con más o menos concreción en gestos, planes, objetivos... Al llegar a la cita, todo el mundo se estrecha la mano o se da dos besos; todos se miran a los ojos y se llaman por su nombre. La horizontalidad, a pesar de su considerable número de votos, se percibe en la falta de aparatosidad y en la sencillez de las formas, alejadas del ritual estético de los grandes partidos. Pero sin herramientas es muy difícil.

Trabajar para participar
Y participar para trabajar. La conquista del espacio político en un partido sin representación obliga a no detenerse. Y uno de los puntos que trató anoche Equo Región de Murcia fue la invitación de Izquierda Unida para participar en la Comisión Municipal de Desarrollo Socioeconómico. Dicha Comisión, que creó el ayuntamiento de Murcia -PP- a propuesta del PSOE, está formada por los cuatro partidos con representación municipal -los tres citados y UPyD-, pero se quiere abrir a las propuestas de otras formaciones políticas, asociaciones y colectivos de índole variada, con el fin de ofrecer alternativas y canalizar ideas que sirvan de revulsivo a la ciudad en estos tiempos de crisis. Varios miembros de la Mesa de Coordinación de Equo expresaron sus reticencias, en cuanto a que llegar a la Comisión de la mano de otro partido podría desdibujar la independencia y la propia idiosincrasia de la formación ecologista. También hubo quien lo analizó en sentido contrario: Equo podría servirse de dicha invitación para aumentar su visibilidad y atraer a posibles simpatizantes con sus propuestas. Ahora bien, el argumento que todos compartieron es que “al menos así nos ponemos las pilas”, porque estar fuera de las instituciones no debe dejarte fuera de juego. A Equo le aguardan días intensos de trabajo en Internet con la “Equomunidad”, otro de sus ambientes naturales, para elaborar sus propuestas y presentarlas a la Comisión y a Murcia. “Utopía” fue una de las palabras más repetidas en la reunión, siempre con la esperanza de verla convertida en realidad.

Un vegetariano (este es el título de un pequeño despiece dentro de la crónica)

El restaurante vegetariano La Casa de Murcia (calle Acisclo Díaz, esquina con Gómez Cortina) fue escenario de la reunión de la Mesa de Coordinación de Equo; y más que vegetariano, vegano. Para los legos en la materia: el vegano rechaza todo alimento de origen animal -como huevos y lácteos- además de prescindir del pescado y la carne. En La Casa, y a medida que los pequeños cuadernos iban cazando las ideas generadas por el debate, la mesa se fue llenando de bebidas ecológicas, como los refrescos de litchi y de cola; no son nada baratos pero saben bien y sientan mejor.

sábado, 12 de mayo de 2012

Entrevista a José Antonio Trigueros - Director del Museo de la Catedral de Murcia

José Antonio Trigueros (ENFOQUE/LV)


"El museo sigue abierto
porque hemos sido un poco héroes"


El fin de las subvenciones de la Consejería de Cultura deja en el aire el futuro de la institución



La crisis extiende sus efectos negativos a todos los ámbitos de nuestra sociedad, y de entre ellos, la cultura aparece como uno de los más indefensos por generar un beneficio a largo plazo y difícilmente calculable en términos económicos. En enero de 2011 cerró sus instalaciones el Museo Chillida-Leku; en marzo de 2012, el Museo de la Catedral de Murcia -que fue reinaugurado en 2007 tras varios años de acondicionamiento y mejora- anunció su cierre inminente por falta de dinero. Una pequeña inyección económica de la comunidad autónoma ha permitido a la institución continuar su labor, pero el futuro aún es incierto. Su director José Antonio Trigueros no desiste en el empeño.

Pregunta: ¿Cuál es la situación del museo un mes después de haber evitado el cierre?
Respuesta. El museo no está definitivamente salvado. Estamos haciendo gestiones para tener consistencia. La Consejería de Cultura nos ha dado sólo una cuarta parte de la subvención que nos deben, y que teníamos acordada y firmada para el año 2011. Aunque la expresión es un poco bárbara, estamos con la soga al cuello, y lo que hemos hecho es dirigirnos a una serie de personas que pensamos que pueden ayudarnos. Les he escrito una carta exponiendo nuestra situación, y les he dicho que queremos visitarlos para ver si quieren colaborar con nosotros y ayudar a que el museo siga abierto.

P. Cuando dice que han contactado con personas, ¿se refiere al sector privado, o a la propia administración pública?
R. Hay de todo. Nos hemos fijado en las personas y en su capacidad de recepción, en su cargo, y sabiendo además que tienen buena voluntad, que se van a fiar de nosotros y van a querer colaborar por las piezas de arte únicas que conserva el museo.

P. El Museo de la Catedral es de los pocos de la ciudad que cobra un precio por la entrada. ¿No es suficiente con ese recurso?
R. No, el gasto es mucho mayor. Poner en marcha un museo supone contar con guías, seguridad, limpieza, electricidad, conservación... Para que funcione bien hay que contar con todos esos gastos y nosotros no malgastamos ni un céntimo. No queremos cobrar una entrada muy grande para que la gente no se retraiga, pero quizá tengamos que revisar el precio, con moderación, porque sabemos cómo está la situación.

P. ¿Qué gastos se pueden cubrir con la venta de entradas, y cuáles con la subvención?
R. Con la subvención se cubría todo el gasto del museo. Lo que se saca de las entradas da para cubrir gastos accesorios y, digamos, pequeñas cosas. Se cobra una entrada simbólica y queremos seguir así, si podemos.

P. Además del dinero público, ¿existe posibilidad de contar con algún patrocinio por parte del mundo empresarial?
R. Hasta ahora teníamos un convenio firmado con la Consejería de Cultura por el que nos abonaban 240 mil euros anuales. En 2011 no lo cobramos, y después de tener una conversación un poco áspera, nos han dado una cuarta parte y nos han dicho que en 2012 no van a dar nada. Entonces nos hemos puesto en contacto con una serie de personas y entidades que quizá quieran ser nuestros mecenas, para explicarles las necesidades del museo y cubrirlas. No queremos ganar dinero, pero sí que hay que satisfacer unos gastos mínimos.

P. ¿La Diócesis de Cartagena no dispone de un fondo para contribuir al mantenimiento del museo?
R: No, de la Diócesis no recibimos ni un céntimo porque el Obispado tiene muchos gastos.  El museo funciona como una cosa del Cabildo de la Catedral, al que rendimos cuentas a final de año. Esas cuentas también las ve el señor Obispo, porque ésto es un bien eclesiástico. Del año 2011 no tenemos nada que presentar y el Cabildo no tiene fondos. La Catedral se mantiene... Lo único que percibimos los canónigos es el expendio de la misa: diez euros al día.

P: ¿No se han planteado cobrar la entrada para visitar el templo, como sucede en otras catedrales?
R: Lo hemos pensado, y si lo hacemos, será para cubrir las necesidades de la misma Catedral, porque no llegamos. Hemos pensado hacer visitable museisticamente la Catedral previo pago durante determinadas horas del día.

P: ¿Cuántas personas trabajan en el museo actualmente?
R. Diez personas, entre los vigilantes que están día y noche, los guías, la limpiadora... Además, se sube a la torre de la Catedral, que es una de las cosas que más gusta al visitante, y hace falta personal. Hace años se subía a la torre sin control y se estaba deteriorando. Ahora se sube con un guía y con seguridad, y se explica el campanario.

P. A corto plazo, ¿cuál puede ser la solución para que la institución que usted dirige permanezca abierta?
R. Vamos a ver el resultado de las cartas que hemos enviado a estas personas, para ver si quieren comprometerse con el museo. Con sacar dinero para cubrir los gastos, es suficiente. No queremos ganancia alguna, ganar dinero no es nuestra finalidad; es presentar nuestro material artístico para disfrute del visitante.

P. En la actualidad, cualquier cosa que no aporte rentabilidad económica inmediata parece estar en peligro, pero es difícil que un museo genere beneficio.
R. Sí, sí, y por eso depende de las personas a las que hemos escrito. Hemos procurado que sean personas un poco sensibles a los valores artísticos de un museo de esta categoría, para que no lo vean como una cosa disparatada sino  como algo en lo que merece la pena colaborar para seguir funcionando y mostrando piezas de gran valor. Sabiendo que son personas de buen criterio, esperamos que la carta que les enviamos la semana pasada pueda tener efecto. Entre entidades y personas, son unas diez o doce personas.

P. El cierre sería un desastre en todos los sentidos.
R. Sí, y hemos estado a punto. Sigue abierto porque hemos sido un poco héroes. En estos cuatro meses que llevamos de 2012 estamos funcionando con palicos y cañicas. Hemos hecho filigranas con el poco dinero que nos quedaba, y ahora tengo que pedir prestados dos mil euros a la Catedral para pagar unos gastos pendientes.

P. En el peor de los casos, imagine que el museo cierra: ¿qué pasaría con las diez personas que pierden su empleo, con las obras de arte y con la torre?
R. No sé si por ser un poco utópico, a mí me parece que las personas a las que nos hemos dirigido, que tienen buen criterio, se fiarán de nosotros. Quiero creer que no se va a dar el caso, pero si tuviéramos que cerrar, lo sentiría y me dolería muchísimo.

-> Entrevista realizada a mediados de abril, como ejercicio de prácticas de 4º de Periodismo.
-> Muchas gracias por su amabilidad y ayuda a José Antonio Trigueros y a Raquel Trigueros.



martes, 8 de mayo de 2012

Apegados a una tierra que tiembla

Las personas mayores de Lorca buscan la normalidad
un año después de los seísmos que les sacaron de sus casas

Visto a cierta distancia, el perfil de Lorca no ha cambiado: la silueta del castillo sigue emergiendo en el horizonte con sus volúmenes rotundos, dominando el valle del río Guadalentín y el manto de casas que se extiende a sus pies como pintado con acuarela. En la lejanía que oculta los detalles, que no deja ver los rostros de las personas ni las fachadas de los edificios, todo conserva la misma apariencia un año después de los terremotos que sembraron el pánico en la  ciudad murciana. Sin embargo, de cerca se comprueba que Lorca no está igual: edificios apuntalados, grietas; solares aquí y allá; cruces de color rojo y amarillo pintadas en los portales; sábanas con mensajes escritos que cuelgan de los balcones: “Un año después, sin ayuda y sin casa”. Y personas, sobre todo personas, que caminan por la acera ocupadas en sus quehaceres pero que miran al vacío cuando recuerdan la experiencia; personas que no pueden evitar el llanto al comprobar que su vida no ha vuelto a ser lo que era.



El día que quebró la rutina
La vida cotidiana se asienta sobre un espacio y sobre unas costumbres que dan seguridad y sosiego. Y si hay una edad en la que el sosiego tiene más valor, en la que el espacio y la rutina se hacen fundamentales, es la senectud. Después de muchos años de agitación y de trabajo, llega el momento de agarrarse al hogar, al barrio, a las amistades de siempre; al paseo o al bar de la esquina: “Nosotros teníamos la vida perfectamente encauzada, los dos solos, más felices que nada y con nuestros cuatro hijos situados. Teníamos una vida sin problemas... Pero el problema que nos vino fue gordo”. Tomé, como lo conocen en el barrio de la Viña, le coge la mano a Lourdes, su mujer, mientras reflexiona sobre el giro que dio su vida aquel 11 mayo. Lourdes es la presidenta de la Asociación de Mujeres del barrio: “Yo siempre estaba de allá para acá con las amigas, haciendo cosas... Y de pronto me quedo sin casa, sin ropa, sin nada”.

“El 30 de mayo tiraron el edificio con todo dentro. Sólo nos dieron veinte minutos para recoger lo que quisiéramos”, añade Tomé, que entró a casa por el balcón subido en una plataforma de los bomberos. Los escombros no le dejaron pasar del comedor y sólo pudo coger la escritura de la vivienda, un álbum de fotos, cuatro libros, las joyas de Lourdes “y un barril de dieciséis litros de vino. Los bomberos dijeron, ‘este hombre sabe lo que tiene que sacar’”. Tomé Guillén y Lourdes García, de 70 años, se esfuerzan en sonreir y agradecen su suerte: “Estamos vivos, pero si eso dura dos meneos más, tira todo Lorca. La suerte que tuvimos es que fue corto. Si no, aquí morimos como chinches”. Pasaron aquella noche dentro del coche, “heladicos de frío” y sintiendo las réplicas. Al amanecer Tomé no aguantaba más y salió a caminar por su barrio: “Cuando bajaba por esa calle y vi la realidad de la Viña...”. Las lágrimas se acumulan en sus ojos y le impiden seguir hablando; Lourdes continúa: “Veías gente con mantas de aquí para allá, y te ibas abrazando con las personas aunque no las conocieras de nada, llorando”. “Íbamos como sonámbulos”, dice Tomé cuando recupera el aliento.


Desde junio están viviendo de alquiler en Murcia: “Y tenemos suerte porque lo podemos pagar con nuestra pensión; hay gente que no tiene dinero para alquilar. Nos han concedido la ayuda de un año del alquiler pero no sabemos cuándo la vamos a recibir”. Ambos expresan sentimientos encontrados: “Cuando estamos en Murcia, queremos venir, y cuando estamos aquí y vemos estas cosas, queremos irnos”.


El huerto y el dominó
José Sánchez, de 89 años, vive descontando los días para volver a la Residencia San Diego una vez concluyan las obras de restauración, a finales de junio. Aunque agradece tener un lugar donde pasar estos meses -la casa de las Siervas que les ha cedido la asociación Asprodes-, José se sincera: “Le tenemos afecto a aquello, no lo podemos remediar”. Cuando estén todos de nuevo en San Diego, ¿volverán a la tranquilidad? Responde sin titubeos: “La tranquilidad volverá a nosotros, porque estábamos aclimatados a nuestra casa y con nuestro huerto...”. Todos hablan de la paz de su jardín, y de lo mal que lo pasaron cuando estuvieron repartidos por residencias de toda la región, separados, incómodos y tristes.

Luis Gilberto Ochoa, de 73 años, estuvo alojado en Cartagena y al recordarlo ahoga el llanto: “Un día me extravié, y le dije a una persona que yo era un afectado del terremoto de Lorca y que quería volver a la residencia, y me llevó. Estoy muy agradecido a la gente por lo bien que me trataron”. Nacido en Ecuador, Luis recuerda el seísmo que destruyó su pueblo cuando él sólo tenía diez años, y cuenta que los habitantes escribieron una canción para unirse y superar entre todos el desastre, lo mismo que han hecho los residentes de San Diego. También relata emocionado el pálpito que tuvo el día anterior al terremoto de Lorca, cuando decidió escribir una carta a su familia. Entonces, José Sánchez recuerda a su compañero Juan Salinas, fallecido el 11 de mayo, y las lágrimas vuelven a sus ojos. Juan había salido a jugar al dominó, como siempre, pero no pudo regresar. Lo mismo estaba haciendo Tomé Guillén cuando el primer seísmo sacudió Lorca, echando una partida de dominó: “De joven jugaba mejor, tenía un montón de trofeos que se quedaron en mi casa”; y remata con la mirada perdida: “Desde ese día no he vuelto a jugar”.

Los terremotos han dejado secuelas en la salud
La salud de las personas mayores de Lorca ha dado muestras de fragilidad a lo largo del último año, tanto física como mental, por causas que van desde el pánico del momento de los seísmos, a las molestias derivadas de los desplazamientos y de los cambios de ambiente y medicación. María Agustina Pérez, directora de la Residencia Pública, recuerda que ese día los residentes “no estaban excesívamente excitados ni con miedo”, pero una vez que se les realojó en otros lugares, “querían volver a su casa, a sus comodidades, y cuando íbamos a verlos se nos agarraban y lloraban; entonces estaban realmente estresados”. De hecho, “a los dos o tres días un residente se murió, yo creo que del estrés, porque era una persona muy callada...”.

María Agustina afirma: “Ellos estaban seguros de que los que trabajamos aquí no los íbamos a dejar y en eso tenían confianza, pero querían volver a su casa. Cuando volvimos se les quitaron los problemas". Inmaculada Méndez, psicóloga de la residencia San Diego, coincide en destacar la calma de los ancianos durante el terremoto y también los inconvenientes de verse desplazados: “Algunas patologías se agravaron, y una de nuestras residentes, que ya estaba ingresada en el hospital de Lorca, murió poco después en Murcia”. Y añade: “El cambio en su modo de vida influyó, pero lo que yo he notado también es la fortaleza que han ido creando en su vida y la confianza que tienen en nosotros”. Una de sus iniciativas fue escribir una canción entre todos los residentes para volcar sus sentimientos.

El primer aniversario puede volver a abrir alguna herida, pero también ayudará a cerrarla. Inmaculada está preparando algún evento, al igual que María Agustina: “Queremos comer en el jardín y traer una rondalla...”. Pero luego reflexiona en voz alta: “La verdad es que no sé porqué lo festejamos, porque fue una catástrofe”. La vida y sus contradicciones.

Crisis de valores y de sistema.